miércoles, 23 de febrero de 2011

Crónica de un tipo común con códigos de barrio

Carlitos Palombo es un comerciante de toda la vida que se animó a separar un ratito las cajas de sus zapatillas, ropas y demás productos que vende para atenderme. Y así, realizar un paneo sobre la actividad. Fue en una cálida mañana de enero de este año. Un tipo que la remó desde atrás y es un ejemplo.
Bien vale presentarlo. Aquí la versión extendida de la nota (con todo su backstage) que sacara el diario donde trabajo el 24 de enero de 2011.
A pesar de haber nacido en Mar del Plata –por esas vueltas de la vida- se puede decir tranquilamente que Carlos (Carlitos, para la mayoría) Palombo es un posadeño neto. Tan posadeño como tomar tereré en la Costanera. Aunque recién vino a vivir a la capital misionera cuando tenía nueve años, esta ciudad (así como sus parientes) le abrió los brazos y no lo soltó más. Se lo podrá ver todos los días, ahí por el centro de la ciudad entre sus locales de ropa, donde la marca insignia New Imagen se acompaña por otras, codo a codo con sus empleados, mientras baja cargas de ropas, las clasifica, ordena. Palombo mantiene un equipo de gente de varias decenas de personas –en su mayoría, jóvenes- que atiende y trabaja en sus locales. Y también se lo podrá ver de lunes a jueves jugando fútbol. Y futbol de cancha grande: 11 contra 11. Su equipo se llama Once Unidos y acepta los desafíos, dice él. De la gente de Luz y Fuerza, del Paraguay. De donde los llamen, ellos van a jugar. Y participan en el campeonato de Parque de la Ciudad. Hay 45 equipos. Todos ex jugadores: Carlitos Palombo entrena, hace ocho o diez kilómetros. Con sus más de 50 años considera a éste su cable a tierra y todos los días a las 7 de la tarde, corta con las obligaciones laborales. “Hay que cuidarse”, insiste mientras recuerda que juega con viejas glorias de Guaraní: Darío Labaroni, Eduardo Moulia, el negro Duarte, García Paredes.

Pero ese es un aspecto de su vida que tuvo un comienzo difícil con una madre que se fue de Posadas y lo tuvo a él de soltera.
Con el tiempo después de haber sufrido mucho en Mar del Plata
Volvió y se unió al grupo familiar cuya cabeza Elena Palombo de Jantzon falleciera días atrás. Y ellos le recibieron y le educaron con sus hijos. Con esa disciplina.
Tras terminar la primaria, ya estaba empaquetando las cosas en la vieja tienda Rodríguez Barro los sábados. Y así se criaron con el rigor del trabajo y el comercio. Siempre el objetivo fue la actividad comercial. Nunca tuvo en cuenta la posibilidad de ir a estudiar: porque era lejos, porque no tenía dinero. Tenía que trabajar.
Pero, hoy luego de que más de la mitad de su vida trabajara en forma independiente, Carlos Palombo deja caer sus impresiones, sus deseos, sus esperanzas. Para el comercio posadeño, para la ciudad, para los jóvenes, para los desafíos de la ciudad. Valga esta charla con un personaje de la ciudad que –como sostiene este cronista- se ganó su lugar sin que nadie le regalara nada.

Mar del plata no fue gentil con vos y en cambio Posadas… ¿sí?

Es así. Tendría que hablar de una edad muy pequeña, de ocho a nueve años. Y mi madre trabajaba en casas de familia para mantenerme. Y a Posadas volví a los nueve años. Y me empecé a relacionar con mis familiares de acá. Hice el resto de la primaria en la escuela Nº 3 y la secundaria en la Comercio 6 (Santa Fe y Félix de Azara). Pero siempre mi vida fue colegio y ‘laburo’. Trabajar y estudiar todo junto. No había otra forma. Empezamos en el supermercado El Enano. Estaba en la calle Junín y Belgrano que hoy es pinturería. Trabajaba sábado y domingo (medio día). Fue una juventud extremadamente disciplinada y de rigor. Creo que es lo que hace falta hoy. Y hoy pedís eso y te asocian con ser autoritario. Y eso se perdió en el país. Trabajo con muchos empleados jóvenes. Tengo entre 50 y 60 empleados y la mayoría es joven (80%). Tienen dos décadas perdidas.

¿Por qué?
Porque la juventud perdió el sentido de la responsabilidad. No existen casi jóvenes que se mueven con esos criterios de trabajo, responsabilidad y disciplina. Cuando uno los encuentra, valen oro: son muy buscados los jóvenes con esas características. Primero por su potencial de edad y segundo por el espíritu de trabajo y progreso.

¿Hacés ese contacto con tus empleados jóvenes?
Sí. Hago mucha docencia y trato de enseñarles y escucharlos. Y hubo algunos que me llegaron a decir que ni los padres se sentaron a hablar con ellos como hablan conmigo. Pero considero que la base es la familia. Si no hay una familia bien plantada y con buenos conceptos, es difícil educar bien a un pibe. Porque la calle (esa otra escuela que había antes) está mal.

¿Cómo te fue como papá?
Tengo dos chicos. Uno más uno es dos. Familia sana = hijos sanos. No quiero ser soberbio en esto. Considero que los padres en su mayoría están orgullosos de sus hijos. Mis hijos se criaron con los patrones que yo mamé. Mi mujer y yo construimos esta Pymes que hoy es líder en el mercado, tenemos propiedades y nuestros hijos son espectaculares. El varón de 28 años se dedica a los 150 proveedores en el mercado: deportes, textil, calzados. Está a la par, comprando. Y para dar un ejemplo, en estos momentos está comprando la parte de colegiales en Buenos Aires.

¿Y tu hija?
Tengo una hija de 22 años y es una chiquita espectacular: una mujer que con esa edad ya cuenta con personalidad y disciplina para manejar todo lo que es empleados. Y todo en base a la experiencia.

¿Qué pasó al final de tu secundario?
Tuve un colapso. Fue en el momento en que fallece la cabeza de la familia. En ese momento, me largué solo al mercado. Me independicé y tuve un apoyo de todos los empresarios proveedores que me conocían. Avisé cómo venía la cosa: “Carlitos, quedate tranquilo. Palombo, ¿qué necesitás?”. Bueno en esa época, era una hiperinflación brutal. Alquilé la esquina de San Lorenzo y La Rioja. Encargué y bajé tres camiones completos. No se podía entrar de mercadería. Me financiaron a 90 días. Sin poner plata, tenía todo eso para iniciarme. Y me lancé. Éramos mi señora, mi suegra, mi mamá y yo. Y la estrategia ¿Qué hice? Con hiperinflación compré millones de productos. Y todo remarqué sólo con 10 por ciento. Vendí al costo prácticamente. Saqué una página en el diario. Y la cola llegaba hasta la esquina del (colegio) Roque (González). Está filmado y fotografiado. Y sólo venta con contado efectivo. Abrí un jueves. Lo que recaudé jueves, viernes y sábado era una mesa así de fajos de plata. Y ya pagué todos mis proveedores. Fui el lunes y todos ya podían mandarme más mercaderías... Y ahí, ¿qué hice? Pegué un saltito al 30 por ciento. Una estrategia que funcionó bárbaro: Lo que valía en otros lados a 10 pesos yo tenía a 3 pesos. Los comentarios de esa época eran terribles. Y así empecé los primeros seis meses de palo y palo y a crecer.

¿Hubo épocas duras, no?
Claro que vinieron épocas duras. Las de (Carlos) Menem con el 1 a 1 fueron bravas. Estuvimos con épocas muy difíciles: el comerciante de acá sabe de qué estoy hablando: de cheques rechazados, de no poder hacer los pagos a proveedores. El crecimiento que se dio desde la salida de 2001 es la mejor época para los comerciantes locales.

¿Por qué?
Porque se produjo una defensa de la actividad y el capital nacional. Pusieron un dólar a 4 pesos. Y la gente dejó de mirar afuera y se fijó qué tenía adentro. Y hubo que poner todo en marcha otra vez, porque las persianas se habían bajado. Por eso defiendo tanto este modelo. Porque son proteccionistas del mercado interno. Hay crecimiento y hay trabajo.

¿Y qué recuerdos hay de los cortes de puentes?
Creo que fue un error y me dejé llevar: aparece el hiper Libertad. Integraba la Cámara de Comercio (CCIP). Salimos con mis familiares y resto de la CCIP a quemar gomas, cerrar el puente, tirar piedras. Esas cosas hoy no las volvería a hacer. Porque ¿qué quise hacer? Impedir que vengan bocas de comercio a vender a Posadas. Eso no se puede hacer. No se hace en ningún lugar del mundo.

¿No?
¡No! Imposible. No se puede hacer. No es forma de competir. No son maneras de protestar. Ni por el híper Libertad ni por los supermercados chinos. Ahora, hay que decir también que todos deben tener derechos y obligaciones y hay que cumplir con ello. Hoy por hoy, hay mucha presión fiscal y hasta para escuchar música hay que pagar impuestos. Que Sadaic, que Aadi Capif, que los carteles en la vereda. Todo se paga. Que vienen los inspectores y en dos segundos te detectan un empleado en negro. Hoy con la informática es así. En este país es caro para comerciar.

¿Qué anécdotas valen recordar?
Yo hice una carpa en la época de Menem. A puro sacrificio compré un terreno que está acá al lado (se refiere al que se halla adyacente al actual local de New Imagen por Ayacucho entre La Rioja y Córdoba). Era una casa vieja. Tiramos y dejamos un terreno baldío. Luego pusimos una playa de estacionamiento para juntar algo de dinero y ver qué edificábamos. Pero era imposible. Y me dije: “No puedo estar cobrando unos pocos pesos por el estacionamiento de los autos’. Viajo un día a Buenos Aires y visito una exposición. Y vemos que había una carpa con aire acondicionado para comer ahí adentro. Y se me “prendió la lamparita”. ‘Esta es la mía’, dije.

¿Hicieron una carpa?
Sí. Vengo a Posadas y comencé a averiguar. Contacté con gente de Rosario. Y les dije: “Necesito una carpa de tanto por tanto”. Y me dicen: “Bueno, usted tiene que hacer el baño”. Y pregunto el precio y me dicen: “Cinco mil pesos de alquiler por mes. Y de arranque por tres meses”. Era algo endeble. Caía un cigarrillo y ardía. Te hacen un tajito y te robaban millones de pesos en mercadería. Era una locura. Conseguí una autorización provisoria de la Municipalidad. Habilité. Y en Rosario tomé contacto con una fábrica de ropas que se había incendiado y compré toda la mercadería, con olor a humo todos los productos de la marca Sólido. La pagué a un año. Fue un boom y un éxito. El “carpazo”. Puse policía. Rejas. Un mes, dos, tres. Y ahí decidí: con lo que junté hice un tinglado. Con un portón y empecé otra vez. Fue una época muy exitosa.

¿El secreto fue viajar, ver, comparar?
Sí. Yo le aconsejo mucho al emprendedor. A cualquiera que escuche: El que conoce (no hace falta ir a otro país), el que va a Buenos Aires y mira. Pero no de ‘pavear’ o pasear, sino de ir a caminar, mirar y aprender, la cantidad de rubros y la variedad de actividades que hay para innovar, para que Posadas pueda desarrollar y donde la capital misionera está “virgen” todavía: nadie cubrió esas demandas potenciales. Son rubros, áreas comerciales. Posadas está “virgen”. Hay millones de nichos para invertir. Acá todos quieren hacer sin poner. El cliente tiene que estar en la mente del comerciante. Nunca puede dejar de estar en los objetivos del cliente. Es mentira que el cliente de Posadas no responde. A mí siempre me ha respondido.

¿Es exigente?
Sí. Muy exigente. Y la juventud más todavía. Leen, conocen, saben de ropa. Vos me dirás: “¿Cómo vas a cobrar 40 mangos por esta remera, si en la Placita está a la mitad pero trucha o lo mismo en Paraguay?”. Esos son los parámetros que se han logrado pasar. En zapatillas, lo mismo. ¿Querés la Nike, la John Foos o Adidas? Te vas a Paraguay y las tenés… todas truchas. Hacen unas zapatillas estándar y le ponen el sellito. ¿Qué marca querés? ¿Adidas? (Le ponen el sellito): ‘Acá están’. Y así. Pero además acá si comprás miles y miles de productos, y… pueden venir fallados algunas o se cometen torpezas al lavarlos: Y nosotros, “señora, venga: le cambiamos. Lleve otra”.

¿Le podemos ganar a Paraguay?
Hay un montón de cosas donde ganamos al Paraguay. Dentro de lo pobre que está nuestro comercio, es diez veces superior a lo que está Encarnación. En todo aspecto: en sacrificio, en trabajo. El comerciante de Posadas genera, produce. Pero así y todo, insisto, hay sectores o rubros sin explotar.

¿Hay otros detalles que destacar?
Sí. Está el crecimiento de Posadas: con la presencia de Yacyretá creció en forma increíble. Es un mérito de los gobiernos de turno para reclamar y pedir compensaciones para la ciudad. Vino gente de afuera que se instaló. Y todos los lugares cerca de la costa que se transformaron en la Costanera y los barrios nuevos donde se reasentó a esa población.

¿Y algo más?
Sí. Ayudó mucho que la gente invierta. Cuando en 2001 hubo el problema de los bancos, la gente dejó de especular con plazos fijos o dólares. Hoy la gente pone en ladrillos. Y no debemos olvidar el propio crecimiento poblacional. Hay más gente. Por más que digan que creció Encarnación, nosotros, en Posadas vamos para adelante. La cantidad de edificios que se están haciendo, inversiones de inmobiliarias. Veo un crecimiento muy significativo en estos últimos ocho años.


Hay desafíos para el sector comercial, además de los nichos vírgenes, ¿cuáles son?
Nosotros los comerciantes nos cuesta unirnos y no sacarnos los ojos. Es todo un desafío. Por eso es bueno que exista la Cámara (de Comercio). Respeto mucho la entidad, fui integrante. Y en esos lugares hay que tener tiempo y no tener intereses creados sobre todas las cosas. Hoy, los almaceneros por llegada de los súper chinos; mañana nosotros porque la gente va a Encarnación. Entiendo que la Cámara tiene que ser abierta y objetiva en todos sus problemas. A veces se encara mal en el tema Paraguay: se afirma que es imposible competir, que la gente va. Yo puedo dar estadísticas de cuántos paraguayos vienen a comprar todos los días a Posadas. ¿Por qué no se habla de eso? A la mañana, temprano hay colas de paraguayos que entran a la ciudad cargar nafta, van a los supermercados grandes en las afueras de la ciudad, a comprar frutas y verduras. De eso no se habla. Y sí de los que van a comprar allá. Y eso no se va a terminar nunca. Es imposible. Para eso está el puente.

¿Qué tienen que hacer?
Tratar de competir. Hoy tenemos un dólar competitivo. Pero igual, aunque parezca que estoy en contra de la Cámara de Comercio. Señores: tenemos que buscar que los gobernantes de turno sean aliados nuestros. Y que entiendan que somos generadores de puestos de trabajo. Y pagadores de impuestos. Hay una gran presión fiscal y estamos en una provincia complicada: eso deben entender nuestros gobernantes. Paraguay tiene otro estilo y otra idiosincrasia. Allá no hay Iva, ni leyes sociales. Nosotros queremos pagar impuestos y no quedar al margen de la ley. Pero sí protegidos. La gente no puede traer todo lo que quiera. Y dentro de nuestro casco céntrico con toda la ilegalidad que hay. Los famosos mesiteros no pueden existir. Porque se te meten en los mejores lugares de la ciudad donde se pagan cifras siderales se te instalan en la puerta y con los mismos productos que vos vendés adentro y ellos están. Y nadie los saca. Hay que reglamentarlo. Tenemos un gobierno que recauda pero que controle.

Hay calles del centro que parecen la vieja Zona baja encarnacena, ¿verdad?
Sí. Pero ahí tenemos que hacer nuestra mea culpa. Yo también saco mi perchero a la vereda. Pero tengo más derechos porque pago millones en impuestos. Y ¿sabés por qué lo hago? Por despecho. ‘¿Ah, vos podés? Bueno yo también lo hago’. Es una guerra que hace 200 años tenemos con la Municipalidad y con los jueces (de Falta). Es una mugre y estoy en contra de las veredas ocupadas. Pero hicieron una legislación para diez tipos con permiso para estar en las veredas. ¿Quiénes son? Tienen camionetas, vienen, bajan sus cosas dejan el empleado y se van al casino. ¡Esos son! Y con el empleado tomando mate en la vereda. ¿Y sabés cuánto pagan? ¡Son 50 pesos por mes! Es un chiste. Los derechos son para todos ¡¡¡Y los deberes también!!! Hay una Ordenanza hecha no sé en qué año que permite que diez tipos tengan mesitas en el centro. ¡Pero se puede sacar esa Ordenanza! La ciudad limpia. En la época de Brignole tenía huevos y ordenó el centro. No quiero hablar de los que hacen argollitas. Tiran un trapito en el piso. Y se sientan a vender. Qué pasa con esa gente. Se les hizo en el Palacio del Mate para que vayan.

El tema de la inseguridad, ¿cómo es la visión?
Si vemos en los noticieros de lo que pasa en otros lados, lo nuestro es un paraíso. Pero no es una manera de consolarse. El tema es presencia policial. Después pueden venir las cámaras (de filmación) y todo eso. Pero lo importante es que el efectivo ande por las calles. Pero ¿qué presupuesto puede tener la policía para tener un vigilante en cada esquina? Y ahí volvemos a lo mismo: ¿Qué puede hacer el Gobierno para solucionar este problema? Yo invito a todos los comerciantes y planteo: en cada cuadra ¿cuántos comercios hay? ¿Diez? Bueno en función del tamaño del frente, 20 x 20, ponés 200 pesos, vos tenes más chico, ponés menos. Y así en cada cuadra que haya un policía las 24 horas. ¡Y se acaba el problema! Pero si no colaboramos los comerciantes a resolver el problema y el Gobierno no pone su parte, no habrá salida. Estoy seguro que es tan fácil arreglarlo.

Hago de abogado del diablo… Viene un colega que dice: “No, Carlos. Yo ya pagué los impuestos...”
Pero son conceptos egoístas. Y después cuando le pasan las cosas, se lamentan. Pero no tenemos un país perfecto. Pero, ¿qué cuesta poner algo?: que a mi me saquen 200 ó 300 pesos por mes al vecino, 100, al otro 50, de acuerdo a sus medidas de frente y colaboramos a que el tipo esté contento, bien, con satisfacción trabajando en dos turnos para cubrir las 24 horas. El tipo con su handy, conectado con la Jefatura. En dos minutos se detecta el problema.

Como comerciante ¿es apocalíptico o integrado?
Soy integrado totalmente. Con respecto al futuro, aclaro que no quiero mezclar el tema político. Quiero gobernantes que defiendan el mercado interno. El ejemplo es Brasil que es una potencia en el mundo, defiende su mercado interno. Primero, nosotros. Quiero que funcionen las fábricas. Que se fabriquen las zapatillas, las lonas, los cordones, botones, cierres, todo acá. Con eso, hay ocupación. Si eso todo, hacemos al revés… se produce un desastre social: acá llegamos a ir a cortarnos el pelo enfrente (por Paraguay). Hoy el mercado está activo. El empleado tiene opciones de comercio. El empleado de comercio está con uno de los mejores sueldos de la historia. ¿Por qué? Un empleado que ingresa hoy gana 2900 pesos y le cuesta al empresario 3500 pesos por mes. Eso es muy valorable. Obvio, las cosas están caras. Y 2900 no alcanza, etc… Acá hay mucho para hacer. Hay muchos rubros para explotar. Con el casco céntrico, hay que generar más espacios. Para que se descompriman los alquileres. Son tres cuadras. Salís de ahí, y valen el 10 por ciento nomás. Y al salir descomprimís los alquileres.

¿Con respecto al futuro?
Se estima que 2011 será un año muy bueno porque habrá elecciones. Pero a mi me preocupa mucho el siguiente. El 2012. Habrá que integrarse con la intendencia sin tener intereses creados, se soluciona todo. Lo de la seguridad es una pavada.

¿Por qué?
Porque si hay cambios agresivos de la política económica puede ser riesgoso. Ya pasó en la historia de la Argentina. Venía uno y decía: ‘No, todo lo que hicieron los anteriores no sirvió’ y cambiaba todo. Y se arma un desastre. No hubo coherencia ni continuidad. A eso le tengo miedo. Calculo que habrá una inflación más fuerte. Se estima que el dólar irá a 4,50.

¿Y en lo local?
Gracias a Dios tenemos un gobierno que está aliado al gobierno nacional. Hay una política tranquila. Mientras estén prolijas las cosas. Yo no tocaría nada. Seguiría con una política tal como viene hasta ahora. Habrá que ver qué pasa con la obra pública luego de que termine Yacyretá. La Eby trajo mucho progreso a Posadas. Trajo un crecimiento notable. Y estoy muy conforme. No hablo de cuestiones de corrupción, no opino, no fui proveedor. Pero lo que hicieron hay que destacarlo. Se hizo y mucho. Tendremos casi hasta Candelaria una costanera, rutas, avenidas, asfalto. Una Costanera que es un orgullo de todos los posadeños. Barrios bien hechos. Fue muy destacado. Me da miedo después cuando se termine y ese gran flujo de dinero que cesará de venir.
Veo futuro a la actividad comercial. Porque hay vida propia. Tenemos que hacer funcionar los aserraderos, los molinos y secaderos de yerba. No hay que apretar a esa gente. Porque generan trabajo.

¿Que haya políticas de estado protectoras?
Exacto. Que haya fomento que no los maten ni ahoguen cuando produzcan. Que no haya envidia: ese tipo compra camionetas… no se puede decir eso. Ese tipo está creciendo, da trabajo

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