lunes, 7 de febrero de 2011

El tema de la (falta de) seguridad y el garantismo

Esto es de 2009, sin embargo mantiene una vigencia absoluta. Reincido en varias de mis ideas (digamos que soy como un bicho que siempre vuelve al mismo agujero).
Pero vale para entender por qué algunas humoradas tienen vigencia. Hoy el viejo conocido Samuel Pruczanski me envía el chiste que está por ahí metido en la columna y me acordé que el mismo ya había sido relatado por mí. Y de ahí a meterlo en este página... un solo paso.
Acá va. Es de septiembre de 2009 y lo titulé: Los chistes que hay que escuchar

El humor es una de las armas de protección que tienen la gente y los pueblos para enfrentar las injusticias. Es de manual.

Ely Chinoy, un sociólogo norteamericano, refería esto con una buena historia del Sur de los Estados Unidos, contada desde la óptica de los negros que fueron dominados y tratados como esclavos durante siglos.
"Una mujer blanca y su doméstica negra tuvieron sus respectivos partos el mismo día. Cada una tuvo un hijo varón.
"Pasa el tiempo y un día la mujer blanca entra corriendo a la casa donde su criada negra está planchando ropa y el niño negro está jugando en su corralito".
La patrona dice, muy excitada, casi gritando:
"¡El bebé! ¡El bebé… ha dicho sus primeras palabras!"
Y el negrito desde su corralito se pone de pie y pregunta:
"¿Y qué fue lo que dijo, eh?"
El humor sigue constituyendo el único anticuerpo que tienen los pueblos para enfrentar las injusticias.
La 'sensación de inseguridad' es el eufemismo que se acuñó con motivo del crecimiento de los delitos así como de la virulencia de los ataques.
Puede que las fuerzas de seguridad y las autoridades del Ministerio del Interior demuestren que los delitos siguen siendo cuantitativamente similares que años anteriores.
Pero casi nadie podrá soslayar de que aumentó de un modo escandaloso la forma en que se perpetran. Hay saña, mucha saña.
No pocos ven detrás de esta tendencia una sensación de impunidad que subliminalmente fue metiéndose en dosis homeopáticas en la corteza cerebral de los integrantes de la sociedad.
¿Cuál fue el mensaje?
Que siempre habrá algún inciso que te saque de “gayola”; que siempre habrá algún juez “garantista” que te devolverá a la sociedad. No importa lo que hagas.
Que muchos seguirán discutiendo la validez de la castración química (aplicada en países como Suecia, Noruega, Francia y desde agosto en Cataluña, España) mientras los violadores siguen siendo liberados. ¡Y vuelven a las andadas, sin más!
Y hasta los bien pensantes cuestionarán a una legisladora misionera que propuso que cada violador liberado tenga sus carteles de recepción en los barrios que digan: “Este hombre ya fue condenado por violaciones cometidas” y se coloque la foto del susodicho.
Sí, claro.
Los garantistas dirán que está mal. Irán rápido al Inadi y demostrarán que se está produciendo la discriminación.
Cuando se les pregunte: “¿Y qué de las eventuales violaciones que se están evitando...?”, simplemente levantarán los hombros, como diciendo… “Yo, de eso, no me hago cargo”.
¿Y la garantía para los violados, qué..?
Por eso, el humor.
Me despierto en el medio de la noche y veo a alguien andando en mi patio. Sigilosamente me acerco al teléfono y llamo al Comando Radioeléctrico.
“Me preguntan si el ladrón estaba armado; de qué calibre era el arma; si estaba solo; si ya estaba dentro de la casa…”
“Aclaré que no y que de las características del arma no sabía nada... Me dijeron que no había ningún patrullero para ayudar, pero que iban a mandar a alguien en el momento que fuera posible. Que si pasaba algo que volviera a llamar ...!!!!”
“Dos minutos después llamé nuevamente y dije con voz muy calmada: “No hay necesidad de que se apuren. Yo ya maté al tipo con un tiro de escopeta calibre 12 que tengo guardada para estas situaciones. Y el tiro se lo pegué en la cara...!!! Le volé la cabeza y ahora sus sesos están regados por el jardín”.
Pasados menos de tres minutos, había en mi calle cinco patrulleros de la Policía Federal; un helicóptero; el Defensor del Pueblo, el Fiscal de turno, dos patrullas de Defensa Civil, un equipo de reporteros de televisión; fotógrafos; un diputado, dos concejales y un grupo de derechos humanos, que desde luego no se perderían esto por nada del mundo. También llego Hebe de Bonafini con Schoklender. Y Eugenio Zaffaroni llamó por teléfono”.
La Policía agarró al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombro, tal vez pensando que la mía era la casa del Jefe de Policía.
“En medio del tumulto, un Oficial se aproximó y me dijo: Creí que había dicho que había matado al ladrón.
Yo le contesté: Creí que me habían dicho que no tenían a nadie disponible para mandar…”
Quizá para el final, el diálogo real con un magistrado del fuero penal en Misiones que no es -desdichadamente- ningún chiste.
“Pero ustedes los jueces siguen amparando a los violadores, ¿eh?”
“No (en tono ofendido) aplicamos la ley. Rigen el 'In dubio pro reo' (principio jurídico que dice que sin pruebas suficientes, se falla a favor del acusado) así como el Pacto de San José de Costa Rica (se computan dos años por cada uno que pasan detenidos). Y eso no se puede soslayar. Tenemos que liberar”.
Y así.
“Bueno, pero si le agarran a tu hija y la violan… ¿qué?”
“¡Ah, no! Ahí voy a Encarnación, contrato un sicario y lo hago boleta al violador”
Clarito, ¿no?

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