domingo, 2 de mayo de 2010

Y un día, Nahuel volvió al periodismo


Valiosísimo aporte del periodista uruguayo Antonio Ladra citado en La Coctelera.

Logró entrevistar a Nahuel Maciel (no es indio, naturalmente y tampoco tiene ese nombre)

Bueno, este creíble sujeto sigue en el mundo de las letras.

Valen sus palabras.

Por primera vez, habla Nahuel Maciel Luego de los episodios de 1992, Nahuel se recluyó en la provincia de Neuquén. “Unos amigos me vinieron a buscar y así como estaba, con lo puesto me llevaron a Neuquén en donde pasé un largo tiempo intentando comprender por qué hice lo que hice”, recuerda. Un buen día, Nahuel abandonó el ostracismo.
Nahuel Maciel ejerce hoy el periodismo en el diario El Argentino de Gualeguaychú. Dice que allí es respetado por sus colegas, sus jefes y sus fuentes de información. “La lógica es que yo me dedicara a otra cosa, que fuera almacenero, quiosquero…pero un amigo me dijo ‘si la palabra te condenó, que la palabra te redima’ y decidí reinsertarme en la profesión”, comenta. Además de trabajar en el diario entrerriano, colabora en el sitio de internet “Nuevo Siglo” al cual fue invitado por Taffetani. “Le quise dar una segunda oportunidad” explica. El DsD logró hablar con Nahuel, quien se rehusó a opinar sobre los directivos de El Cronista durante su paso. “Es la primera vez que hablo de esto, entiendan que para mí es muy duro”, le comentó Nahuel al DsD.
Posteriormente a todo lo ocurrido en El Cronista, el DsD pudo saber que Nahuel no es mapuche como él dice. “Se fraguó un pasado totalmente falso”, comentó su amigo Taffetani. El se rehúsa también a hablar de eso. “El tema Mapuche es irrelevante en esta historia y pertenece a mi intimidad”, dice.
Tampoco se llama Nahuel Maciel, se trata de un seudónimo inventado, mientras contaba que pertenecía a esa comunidad indígena. Pero también se niega a decir su verdadero nombre. “Mi nombre en el DNI no es Nahuel, de todos modos, no utilizo el nombre Nahuel de manera ocasional sino en cada situación cotidiana. En mi familia, mis hijos, mi ámbito laboral y de actuación es así como me reconozco y me reconocen. Y si bien técnicamente y en un plano de especulación luego del escándalo de 1992 podría haber utilizado mi nombre ‘legal’, nunca creí sano esconder quien soy. Esta historia forma parte de mi vida y asumirla como tal no implica convalidarla pero tampoco negarla”, asegura.
Como se dijo antes, Nahuel dice que nadie le abrió las puertas de El Cronista, que fue por su propia voluntad. Asegura que las notas “se las proponía a Silvia Hopenhayn, generalmente tenía autonomía en las propuestas”. Continúa creyendo la historia del “Museo de la subversión” y se muestra arrepentido de sus andanzas.
A continuación, la entrevista que el DsD le realizó a Nahuel Maciel, quien aceptó contestar escuetamente un cuestionario vía e-mail:
- ¿Cuál fue la responsabilidad de los directivos del diario en la historia?- Me reservo la opinión porque nunca lo conversé con ellos.
- ¿En ningún momento se te ocurrió parar con la fabulación?- No se trató de una decisión, como quien hace una opción o una valoración. Fue algo que no pude controlar. Seguramente -y a la distancia lo reflexiono- no tuve la capacidad suficiente para aceptar la realidad o mis propias limitaciones. Y sin que signifique un conformismo o una expresión vanidosa, hoy siento que es a través del reconocimiento de mis límites -y limitaciones- que me puedo expandir y desarrollar. No tengo atenuantes ni defensa. Desde entonces estoy muy feliz que esa historia para mí haya quedado superada y muy agradecido que en mi comunidad hoy no sea un impedimento para formar parte de la sociedad a la que pertenezco.
-¿Qué pensás de lo que hiciste?- Hoy, es decir, desde entonces, hacer las cosas bien y consolidarlo en la realidad no me cuesta un gran esfuerzo, razón que me convence que no tuve ningún justificativo para aquello. Obviamente que está muy mal lo que hice. Pero la vida no es una imagen congelada de un momento; es - por definición-dinámica, animada y por eso mismo susceptible de cambios.
- ¿Cómo fue el episodio del “museo de la subversión” en Tucumán?- A principio de abril de 1992 fui a San Miguel de Tucumán en calidad de enviado especial. Supuestamente me iba a encontrar con un periodista recomendado por la dirección del diario quien me daría apoyatura fotográfica. Logré contactarme con él pero no se animó a sacar las fotos. Había viajado con una máquina fotográfica por las dudas, así que fui solo al Museo Policial de Tucumán. Allí fotografíe varias vitrinas que exhibían a manera de “trofeos de guerra” una serie de frascos con cloroformo conteniendo dedos de pies y fetos con la inscripción de que pertenecían a “subversivos”. Además, había otras vitrinas que exhibían otros elementos supuestamente secuestrados “a la subversión” como jarras de aluminio y recuerdo muy bien incluso que exhibían poemas de Pablo Neruda como “material subversivo”. El artículo se publicó y generó un escándalo político en la gobernación de Ramón Ortega, a pesar de que el museo fuera fundado por el general Domingo Bussi. No fue fácil llegar a Buenos Aires con las fotos. Primero muchos rollos, tres o cuatro no recuerdo bien, me fueron arrebatados algunos en el propio Museo y otrosen la vía pública. Como había logrado sacar del Museo al menos dos rollos escondidos entre mis pertenencias, uno alcancé a despacharlo por encomienda a mi dirección en Capital Federal y al otro lo tenía conmigo porque intuí que vendrían a registrarme para saber si tenía más rollos. La gobernación mandó a clausurar el Museo y unos días después convocó a una rueda de prensa y mostró sus instalaciones y obviamente habían retirado los carteles que hacían referencia a la “subversión”, aunque exhibieron los frascos con formol con piezas humanas y otras vitrinas con “elementos secuestrados”. Cuando volví de Tucumán y al enterarme que convocarían a una rueda de prensa, pretendí regresar pero se evaluó que no era conveniente para mi seguridad. Y el rollo que llegó a Buenos Aires luego la Justicia, a través de un allanamiento a la redacción, secuestró los negativos y las fotos-papel existentes y nunca más supe del tema. Eso es lo que recuerdo a grandes rasgos.
- ¿Cuál es tu opinión de Diament y Barone? ¿Qué les dirías a Diament, a Barone o a Hopenhayn si tuvieras la oportunidad?- No creo que sea sano expresar mi opinión sobre ellos en este espacio. Primero porque no he hablado con ellos y me parece de muy mal gusto hacerlo de esta manera. Si alguna vez nuestros caminos se cruzan y la oportunidad es propicia, entonces hablaré con ellos. Pero, reitero, no me parece oportuno ni siquiera especular con un diálogo imaginario.
- ¿Qué hacés hoy en día?- Estoy radicado desde el año 1994 en Entre Ríos. Desde hace aproximadamente cinco años trabajo en el diario El Argentino de la ciudad de Gualeguaychú y es el segundo medio en importancia de la provincia, además suelo colaborar en otros medios. Ejerzo el periodismo en una empresa y en una comunidad donde los constructores de sociedad conocen mi antecedente disvalioso. No obstante, me han permitido o ayudado a desarrollarme personal y profesionalmente como una oportunidad valiosa para mi vida; y me siento reconocido en lo que hago. Obviamente no fue fácil demostrarme y demostrar que había cambiado, pero tampoco imposible.
- ¿Qué enseñanza sacás y pretendés transmitir de aquella historia?- Siempre estoy aprendiendo. Fundamentalmente la experiencia no se limita a aquello que alguna vez nos pasó, sino esencialmente a lo que hacemos con lo vivido. Las enseñanzas en todo caso implican una constelación de valores y actitudes. Desde la necesidad de tener confianza como paso previo para cualquier construcción humana y social; hasta una revisión de vida más integral que me impulsa hacia adelante sin perder la memoria. Hay límites claros y clave que es preciso no traspasar porque no siempre se vuelve de un error o de una actitud disvaliosa. No obstante, hay que perseverar (no como una obsesión sino como una constancia) para no reincidir. Y aún así, digo, a pesar de los doce años transcurridos y la solidez del presente pareciera que no alcanzara. Cuando esto ocurre es preciso discriminar la memoria del rencor. Lo que podría llamarse una segunda oportunidad depende de uno mismo, aunque en esto también es enriquecedor el grado de tolerancia de la comunidad en la que uno está inserto. En los primeros tiempos, luego de 1992, aunque tuviera intensas ganas de hablar de ética, naturalmente me nacía un freno más que una autocensura. Con el tiempo aprendí que también puedo expresar mi punto de vista sobre la ética, justamente porque ahora he podido madurar la situación de haber estado, si se me permite la expresión, en ambos lados y saber lo que a una persona le pasa cuando pierde los parámetros de los valores.
- ¿Estás arrepentido?- Sí, estoy arrepentido y tenerlo presente me permite siempre estar más seguro sobre lo que debo hacer.
Esta es la historia de “Nahuel Maciel”, el primer gran fabulador descubierto en un diario nacional. Al menos hasta que los archivos sean actualizados. Los lectores sabrán discriminar las responsabilidades del caso. Por cierto, los medios gráficos siempre están ávidos por tener en sus páginas a las mejores plumas de Latinoamérica.
Aunque en algunos casos, sea una gran ficción

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