domingo, 2 de mayo de 2010

Y se va la última, Nahuel... el que saca es para él


Eduardo Galeano (foto) se entera de que un tipo usó su nombre y publica un libro con supuestos "prefacios" suyos.
Ese es Nahuel Maciel (ver dos posts anteriores).
Y Galeano se fastidia mucho. Pero los resultados de su enojo serán mucho menos grandes que su decepción.
No logrará nada.
Nahuel puede seguir con sus mentiras tranquilamente por el mundo porque para los jueces no está cometiendo ningún tipo de delito.
Desalentador, ¿no?
Galeano Le da instrucciones a su abogado para reclamar.
Y... ¡nada!
Nada de nada.
En los sitios asinorum.com y en patriagrande.net coinciden en este devastador texto.
“En una biblioteca universitaria de Estados Unidos, me enteré de que yo era autor del prólogo de un libro de Nahuel Maciel, publicado en Buenos Aires por las ediciones El Cronista. Como nunca escribo prólogos, el asunto me llamó la atención.
El prólogo, firmado por Eduardo Galeano “en Montevideo, a los 76 días de 1992″, comienza advirtiendo que “es tarea y es propio de los maestros prologar las obras de sus discípulos, pero lo cierto es que no considero a este joven periodista como un discípulo, puesto que casi siempre es él quien me enseña”. Y a continuación, el enseñante enseñado descerraja varias páginas de elogios en un estilo inflado por las citas ilustres y el noble sentido de la gratitud. Aunque ya había pasado algún tiempo desde la publicación, decidí recurrir a la justicia. Por intermedio del doctor Finkelberg, que tiene experiencia en estos menesteres, hice la denuncia penal en Buenos Aires. Yo pensaba que el sentido común tenía algo que ver con el derecho, pero los representantes de la ley me sacaron amablemente del error: el fiscal, doctor Ballesteros, consideró que ese prólogo no constituye propiedad literaria digna de protección, puesto que yo nunca lo escribí, y el juez, doctor Calvete, puso punto final al malentendido al establecer que no existe defraudación por cuanto el prólogo no perjudica mi patrimonio.
Mi buena educación me impide recurrir a la ley del Talión, ojo por ojo, diente por diente, prólogo por prólogo, y me obliga a aceptar un veredicto que consagra, una vez más, la impunidad de los caraduras. Por respeto a la justicia, tendré que resignarme. Haré todo lo posible por creer que ese prólogo me pertenece y hasta quizás, con los años, podré empezar a quererlo. No será fácil, porque es horroroso. Pero uno se acostumbra. Ya me había pasado algo parecido con la Enciclopedia Larousse. Allí figuro con una fecha de nacimiento, 1920, que me agrega veinte años de vida. Pedí que corrigieran la errata. En una edición posterior, me hicieron una rebajita, y pasé a nacer en 1924. Mi papá, mi mamá y mis documentos aseguran que yo nací en 1940, pero es tanto mi respeto por la Larousse que desde hace algún tiempo estoy sintiendo los achaques de la edad que me atribuye. ”.
FINAL EVALUATIVO.
La situación de Galeano es cuanto menos curiosa. Según la sentencia, al no haber perjuicio económico sobre el autor, no hay qué reclamar. Se entiende que los derechos de autor se limitan al ámbito económico. Tras la sentencia firme, es como si, en cierto modo, se confirmara su autoría sobre esa parte del libro.
El tiempo es olvidadizo.
El libro de entrevistas se firma como obra de Gabriel García Márquez, el prólogo se confirma como obra de Eduardo Galeano. Quizás nuestros nietos vean reimpresiones de El elogio de la utopía. Quizás los nietos de Galeano cobren dinero de los derechos de autor sobre el prólogo que no escribiera su abuelo.

2 comentarios:

  1. Gilda que además de periodista es mi hija dice: "A Nahuel hay que mandarlo a la cárcel. No sé cuál es el delito, ni me interesa". Coincido con ella. Con esta época donde "garantismo" es mucho más importante que "garantía-seguridad-respeto" todo vale y siguen apareciendo los Nahueles.

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  2. Gilda dice que le tienen que dar un buen tiempo tras las rejas.
    Estoy de acuerdo.
    Lástima que el muchacho dice que "fueron pecados de juventud". Y ya está. Cualquiera puede difamar con esta justicia.
    Cada vez más, "garantismo" no es garantía de justicia ni de seguridad. ¿O no?

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