domingo, 2 de mayo de 2010

Poniendo globos en la boca de otros


Hacer una entrevista periodística constituye un desafío mayor.
Es un género fantástico (en el sentido de maravilloso) pero para algunos tira para fantasioso.
Porque en vez de HACER las entrevistas prefieren inventarlas.
El caso de Stephen Glass que trabajara en The New Republic es arquetípico.
Su historia se plasmó en Shattered Glass (la historia del periodista) una película por demás interesante y que -adicionalmente- planteó el tema de los riesgos de aquellas publicaciones que no utilizan fotos, ya que sólo publicaban dibujos: la imagen de cámara fotográfica (en rostros y nombres preferencialmente) le da un plus de credibilidad a las notas.
Lo que se denomina "VEROSIMILITUD".
Bueno, ahora resulta que tenemos más familiares de Glass que se suman.
Uno se llama Tomaso Debenedetti.
Debenedetti, el periodista italiano que parece haber inventado de la nada una larga serie de entrevistas a escritores famosos, incluidos varios premios Nobel, está a punto de convertirse en el escándalo periodístico de la temporada.
El asunto estalló con una entrevista -auténtica- que Paola Zanuttini le hizo al escritor norteamericano Philip Roth, publicada en La Repubblica del 26 de febrero pasado. Al ser interrogado sobre unas supuestas declaraciones anti-Obama recogidas por Debenedetti, Roth se confesó indignado: “Nunca he dicho nada de eso. Es grotesco, escandaloso. Es todo lo contrario de lo que pienso. Obama me parece fantástico. (…) Estoy muy molesto con estas declaraciones que se me atribuyen. Yo nunca hablé con ese medio. Niego todo. Ahora mismo llamo a mi agente.”
El autor de Indignación se lo tomó en serio. Y el caso ha adquirido resonancia internacional a partir de una serie de artículos de Judith Thurman este mes en The New Yorker: “Roth falsificado”, “Otra entrevista falsa: Gore Vidal,” “Más entrevistas falsificadas”). El último entretenimiento de los periodistas culturales en Italia es compilar bibliografías de todo lo publicado por Debenedetti, y especular sobre cuáles son las verdaderas.
Hasta el momento, además del de Roth, hay desmentidos oficiales de John Grisham, Toni Morrison, E. L. Doctorow, Gunter Grass, Nadine Gordimer, Jean-Marie Gustave Le Clézio, Herta Muller, A. B. Yehoshua, Scott Turow, Shirin Ebadi y J. M. Coetzee. En suspenso de autoría, otras entrevistas realizadas a V.S. Naipaul, José Saramago, Wilbur Smith, Meir Shalev, Amos Oz, Elie Wiesel…
Debenedetti va adquiriendo así un perfil de periodista pirandeliano o personaje de inspiración borgeana. No se trata de errores simples como los que en 2003 le costaron la dimisión del New York Times al joven Jayson Blair, tras una investigación interna que reveló 39 artículos con falsedades, detalles inventados o citas robadas a otros periodistas de diarios locales. O como el de Stephen Glass, un periodista independiente y colaborador de las revistas Rolling Stone y Harper’s, que inventó por completo 27 de las 41 historias publicadas bajo su firma en el prestigioso semanario The New Republic. Por lo pronto, está probado que tras la falsificacion italiana de las voces relevantes del panorama literario mundial no hay un móvil económico: los periodicos locales donde Debenedetti publicó casi toda su obra periodística le pagaban una miseria (entre 20 y 30 euros) por sus presuntas charlas con los famosos.
Para entender cómo las redacciones tomaron en serio sus colaboraciones hay que rastrear un poco la biografía del periodista. Nacido en 1969, Debenedetti es hijo del famoso escritor Antonio Debenedetti y nieto de Giacomo Debenedetti, uno de los más grandes críticos literario italianos del siglo XX. Parece ser que el “entrevistador” usó el prestigio de su apellido para presumir de una amplia red de conexiones que le permitía el acceso a las celebridades del mundo literario.
Ayer Judith Thurman consiguió finalmente hablar por teléfono con el periodista. Debenedetti lo niega todo y dice que Roth y Grisham mintieron sobre Obama “por razones de oportunismo político”. Pero las evidencias que podrían exonerarlo tampoco existen. Debenedetti parece un poco sorprendido por la acusación, pero se encarga de recordar que cuando hace unos meses se difundió la falsa noticia de la muerte de su padre, también los medios la reprodujeron sin comprobarla: “Me molesta la facilidad con que los medios de comunicación publican cualquier noticia sin una verificación adecuada.”
En una época donde internet viaja tan rápido, habrá que pensar más detenidamente en recurrir a la literatura fantástica poniendo globos en la boca de otros.
Fíjense que hay dos muchachos que saben mucho que ya están pensando en hacerle juicio. Nada menos que mi querido abogado constructor de maravillosas historias de jueces del Sur de EEUU, ahí donde reivindican el uso de armas y los gay forman parte de los cuentos de hada pero que no existen en la realidad.

Roth, Grisham and the scoops that never were
Italian journalist Tommaso de Benedetti has quoted writers Philip Roth and John Grisham criticising President Obama. But neither has ever spoken to him

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Ya en 2005 hubo otro caso, pero no tan conocido.
MEDIOS : UNA PERIODISTA FALSIFICO MAS DE 770 NOTAS ONLINE, DOS EN UNA PUBLICACION DEL MIT
Otro fraude periodístico en EE.UU., esta vez en Internet
El hecho desató la polémica sobre los controles de calidad en los medios online.Fue un fraude periodístico más, pero no fue un fraude cualquiera, especialmente por la investigación que se generó para detectarlo, y por el ámbito en el que sucedió: Internet. La periodista estadounidense Michelle Delio, quien desde enero de 2000 había escrito 770 artículos para Wired.com, escribió, publicó y firmó dos notas (en febrero y marzo de 2005), en TechnologyReview.com, una publicación editada por el Massachusetts Institute of Technology, el célebre MIT. Los artículos estaban referidos a Carly Fiorina, y a su gestión como CEO de Hewlett-Packard, la empresa trasnacional del área informática. Michelle Delio publicó las notas "Carly''s gone" —La partida de Carly— y "Carly''s Way" —El camino de Carly—, y en ambas era implacablemente crítica con Fiorina, conocida fugazmente en la Argentina cuando contaron que esperó en vano al presidente Kirchner, quien no la atendió en la Casa Rosada.En sus notas, Delio citaba como una fuente a un ingeniero que había emigrado a los Estados Unidos desde Hungría y que había trabajado en Hewlett Packard entre 1975 y 2003. La empresa no encontró ningún registro de la existencia del técnico húngaro, llamaron a Technology Review, que realizó un minucioso chequeo y llegó a la misma conclusión. El técnico no existía, la fuente era falsa, y la revista tuvo que retractarse. Ante este descubrimiento, en Wired.com empezaron a preocuparse y decidieron investigar a Delio y a sus fuentes. Se lo encargaron a Adam Penenberg, columnista del sitio y profesor de Periodismo en la New York University. Penenberg, que descubrió el fraude periodístico perpetrado por Stephen Glass en la revista The New Republic — en el que se basó la película Shattered Glass (Cristales rotos)—, le contó a Clarín cómo investigó las mentiras de Delio y reflexionó sobre la calidad periodística.

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