lunes, 15 de noviembre de 2010

El tenor de una buena historia

No conocía la historia de este tenor cordobés. Y resultó llamativa. Un tipo que tiene 30 años y que en general ve crecer su panza mientras se dedica a tomar fernet y sufrir con Belgrano (o Talleres o Instituto) de Córdoba, quema las naves, agarra su mujer, su hija y se va por el mundo ¡a cantar!
“La carrera del tenor argentino Marcelo Álvarez es un modelo ejemplar de los ingredientes tan vitales que hacen a un gran cantante: inteligencia, persistencia, paciencia y –lo más importante de todo- la sabiduría para elegir el repertorio correcto para una voz y cantar los papeles adecuados en el tiempo correcto”.

Así comienza el análisis –en inglés- de la historia y performance de este cordobés que hoy –como bien dice el texto- aparece en los mejores teatros líricos del mundo: “El cantó inicialmente en la Opera de Venecia pero se inició igual que otros tenores antes con el ‘bel canto’ y el repertorio francés y luego con sus voces maduras, se aventuraron en territorios más dramáticos”.
Así Alvarez fue pasando por los teatros de provincia. “Luego de tres años de su debut operístico en Venecia, ya estaba listo para aparecer en teatros como el Covent Garden (Londres), The Bavarian State Opera de Munich, La Scala, The New York Metropolitan Opera y las casas de opera en Hamburgo, Viena, Genova, Berlin, Verona y Napoles”.
Y así –aunque parezca increíble- van apareciendo las orquestas que dan el marco musical a la voz de este notable argentino de 48 años: la de Dresde, la Welsh National de Inglaterra, la Filarmónica de Niza, la Nacional de Paris, la ‘Sinfonietta’ de Roma, la de la Ciudad de Praga, entre otras.
¿Qué dirá de sí mismo, en su página web?
Cita a otros, simplemente: "Canta con una elegancia en su fraseo como no se oía desde los tiempos de Kraus, pero con una voz aún más fresca y sensual"; "es el mejor Hoffmann desde el joven (tenor español Plácido) Domingo", sentenciaron los expertos de los londinenses The Times y Sunday Times, respectivamente”.
Esta es una historia de vida: Hasta los 30 años, sólo cantaba en los asados. Había estudiado música y canto en Córdoba de 5 a 17 años. Y luego Ciencias Económicas y a manejar la carpintería de muebles de algarrobo de papá. Y en ese punto, hizo click. “Fue mi mujer Patricia que me impulsó”. Vendió todo. “Hasta la motito”. Se fue a Buenos Aires y luego a España. Y de ahí a Italia. A cinco años de la decisión de su vida, ya estaba cantando en la Scala di Milano. Hoy no para de trabajar: de cantar, bah. Tiene agenda hasta 2013. Y hasta grabó para otro sello: Decca. Y se lo sigue agradeciendo a Patricia.
Fin.

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