martes, 20 de abril de 2010

Elogio de un Mario a otro Mario


Mario Bunge representó uno de los primeros textos que estudié en la Facultad.

En realidad, su presencia era en la materia Metodología y Técnicas de la Investigación Social.

Una materia que amé en especial en el área de Epistemología, lugar donde el bueno de Bunge podía descollar desde la Filosofía de la ciencia.
Hay que decirlo claramente: este hombre es lo más parecido a un sabio que tiene Argentina.
¡Y vive aún!
Bueno. Aclaremos. Tiene un montón de años (casi 90) y además reside en Canadá hace mucho pero mucho tiempo.
Además tiene un estilo gentleman que mata (ver la foto).
En fin... Igual no puedo menos que reivindicar a este notable pensador contemporáneo.
Vayamos a algunas de sus frases que saqué de su obra citada más arriba.
Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible, del mundo, el hombre intenta enseñorarse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo
artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado “ciencia”, que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta.
Uno de los primeros conceptos y a la vez una de las primeras diversiones mías (pobre la diversión del pobre, eh) era lo que devenía del siguiente texto:
“Por ejemplo –continuaba el bueno de mi tocayo y proveniente delas playas donde en 1997 fuera cruelmente asesinado José Luis Cabezas, nada que ver pero muy cierto- el concepto de número abstracto nació, sin duda, de la coordinación (correspondencia biunívoca) de conjuntos de objetos materiales, tales como dedos, por una parte, y guijarros, por la otra; pero no por esto aquel concepto se reduce a esta operación manual, ni a los signos que se emplean para representarlo. Los números no existen fuera de nuestros cerebros, y aún allí dentro existen al nivel conceptual, y no al nivel fisiológico. Los objetos materiales son numerables siempre que sean discontinuos; pero no son números; tampoco son números puros (abstractos) sus cualidades o relaciones. En el mundo real encontramos 3 libros, en el mundo de la ficción construimos 3 platos voladores. ¿Pero quién vio jamás un 3, un simple 3?”

Y a continuación dibujaba (yo) un tres “antropomórfico” con patas y manos que entraba a la habitación y preguntaba: “Quién es Mario Bunge y dónde está…? Que tengo que hablar con él…”

Bueno, ya lo dije… las diversiones mías eran bastante pobres… en ese entonces...
Supongo que mucho no cambiaron...

No hay comentarios:

Publicar un comentario