Un largo camino ha recorrido el chamamé en este país que lo vio nacer.
Desde aquellos sones de “El rancho de la cambicha” y el sonido que sólo servía para bailar, zapatear y lanzar gritos de guerras al aire (los famosos sapucay) hasta llegar al Chango Spasiuk pasó mucha agua bajo el puente.
Ya no es más ‘ja-ja ja-já’ y ‘jo-jo jo-jó’.
Hoy es un estilo que se puede escuchar no sólo en Mercedes, Corrientes sino en lugares como Nueva York y que se comenta en revistas como la Billboard.
Ya no están esas historias truculentas sino la poesía profunda y emotiva que traspasa el alma de Marito Boffil que incluyen las pequeñas tragedias (la chica pide plata al novio y se va a la Capi’ y el tipo queda esperando: ‘chau tu plata’ dice la canción… una maravilla).
Y aun así hay que aclarar que esto tuvo sus primeros atisbos hace 20 años cuando Pocho Roch se largaba a decir y contar algo a través de este sonido.
El chamamé se recibió de música grande en el folclore nacional.
Hoy, cuando otras expresiones del mismo tenor languidecen en forma de boleros y música romántica (¿qué es si no el traspaso de la zamba al sonido ‘nochero’?) el chamamé sigue sonando genuino, puro, auténtico y con más polenta que nunca.
La juventud de estas tierras (todo Corrientes y Misiones) se apoderó con furia de sus compases y le dio un toque siglo XXI que demostró estar con la salud intacta. Y es capaz de meterle guitarras eléctricas, bajo, batería y lo que surge sigue siendo el auténtico, arisco y maravilloso chamamé que todos aprecian cada vez más.
Y para que no queden dudas de qué trata, el nuevo disco de Los Nuñez y Ruiz Guiñazú se llama así: Chamamé.
Los hermanos Nuñez son oriundos de Misiones (Campo Viera) y traen el chamamé en su sangre; Chacho Ruíz Guiñazú, mendocino de nacimiento y cordobés.
“Queremos abrazas a todos con estos sonidos de nuestra madre tierra –dicen en la presentación del disco-. Al público que siempre nos llena el alma con sus aplauso , a nuestras familias que siempre están presentes, a Campo Viera lugar donde vimos la luz y aprendimos a querer la tierra, la música, la naturaleza y el amor por estos sonidos”.
De eso se trata, pues.
Pocas canciones: salvo Mi pequeño amor (canción guaraní), lo demás es sonido puro, sin intermediación de la voz.
Y está Pindovy (tema 1), Tropero y acordeonista (tema 3) o el pegadizo El Alemán. Y también el tema 9 La Serruchada.
El CD viene con un bonus: dos videos, Primera cebada y Pindovy.
Hay una galopa Cuando sale el sol y el schotis Colonia Alberdi que aportan lo suyo.
Un chamamé bien vivo en el Nordeste
viernes, 19 de agosto de 2011
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